domingo, 16 de agosto de 2009

LA ETOPEYA.


La etopeya es un paso más allá de la descripción. Si en aquella describimos una persona u objeto desde un punto de vista personal, en la personificación lo describimos desde "dentro", realizando, por decirlo con otras palabras, un gesto teatral.
La etopeya entra dentro del mundo de la imaginación. Nos metemos en un personaje, y damos rienda suelta a las palabras que pronunciaría en una situación dada. Esa técnica de construcción literaria puede ser útil, al sacar al alumno de su propia perspectiva y llevarle a ver el mundo desde un enfoque diferente.
Palabras de Níobe cuando sus hijos yacían muertos

¿Qué clase de fortuna cambio por qué otra, privada de hijos quien antes era considerada afortunada por su prole? La abundancia se convirtió en carencia, y no soy madre de un solo hijo yo que antes aparecía como madre de muchos. ¡cuán necesario hubiera sido en un principio no tenerlos antes que tenerlos para llorarlos! Quienes son privados de sus hijos son más desgraciados que quienes no los tuvieron, pues lo que llega a experimentarse aflige cuando es arrebatado.
Pero ¡ay de mí!, sufro un destino semejante al de mi padre. Soy hija de Tántalo, el cual convivía con las divinidades, pero, después del banquete, era expulsado de la compañía de los dioses, y, puesto que procedo de Tántalo, confirmo mi linaje con las desgracias. Me hice amiga de Leto y por culpa de ésta soy desgraciada, y he recibido su trato para verme privada de mis hijos, y la convivencia con la diosa desemboca para mí en desgracias. Antes de llegar a su conocimiento, yo era una madre más envidiada que Leto, pero, después de resultarle conocida, quedo privada de una prole que antes de nuestro encuentro tenía en abundancia. Y ahora yacen muertos mis hijos de uno y otro sexo, y es más difícil llorar lo que resultó ser más venerable.
¿A dónde he de dirigirme?, ¿a quiénes me dedicaré?, ¿qué clase de funeral me bastará ante la pérdida de todos mis hijos muertos?: faltan las honras ante tal número de desgracias. Pero, ¿por qué lamento estos hechos cuando me es posible pedir a los dioses que cambien en otra mi naturaleza? Conozco una única liberación de las desgracias, transformarme en aquello que nada siente. Sin embargo temo, más bien, que, aun presentando esa naturaleza, he de seguir llorando.

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